jueves, 3 de enero de 2008

No siempre envejecer es aprender.

Conozco casos en los que esto se da.
Se supone que cuanto más viejo es uno más sabio debería volverse, pero en ocasiones eso dista mucho de la realidad. En estos casos, las experiencias vividas que deberían servir para adquirir experiencia, para ampliar horizontes, conocimientos y tolerancia, mutan, y terminan sirviendo para todo lo contrario.
Estas personas no evolucionan, se estancan e incluso involucionan a un estado anterior de comportamiento, más parecido a la inexperiencia de un chico de 20 años que el de una persona madura. Convivir con estas personas se puede convertir en un auténtico calvario por que añaden a cualquier situación, una dosis de tensión y frustración absolutamente innecesarias.
Habitualmente estas personas desarrollan cierto grado de ostracismo que les aparta del mundo buscando refugio en cosas que realmente los sostienen por poco tiempo como alguna afición o la lectura sobre vanalidades. Lo peor es que la frustración y el rencor que pueden haber acumulado durante su vida se convierte en el sostén de la misma y se apoyan en ello para hacer prevalecer sus planteamientos por encima de los demás, aún cuando están equivocados y es evidente.
Por otro lado, la incapacidad para aprender a superar los avatares de la vida y vivir en paz con los demás y consigo mismos, les provoca aún más frustración y por tanto intentan desacerse de ella haciendo prevalecer sus opiniones aún erróneas en cualquier discusión, que frecuentemente no tiene base sólida ninguna, lo que les causa aún más frustración. Es, en resumidas cuentas, un círculo vicioso del que no es muy complicado salir, pero del que les toma trabajo hacerlo debido al encapsulamiento en el que éstas personas están.
La solución es sencilla:

- La tolerancia es una baza importante para la convivencia pacífica, sobretodo con uno mismo.
- Desacerse de las cargas inútiles del pasado que hacen que nuestra convivencia se convierta en un losa que frecuentemente hacemos que los demás también soporten injustamente.
- Aprender a vivir con las limitaciones que tenemos y aprender que, no superarlas no debe hacernos sentir menospreciados ni provocarnos frustración, también es fundamental.
- Superar las propias barreras impuestas por nosotros mismos, nos permitirá ser más felices y por tanto obtener un talante más socializador, comprensivo, comunicativo, emprendedor y así conseguir también reciprocidad.
- Bajar a la tierra, en muchos casos, es necesario por que ese mundo ficticio que nos montamos es más perjudicial que beneficioso ya que cuando la realidad azota, aumenta la frustración.

Vemos constantemente como tomamos ejemplo de personas de nuestro alrededor e incluso mandamos a la porra nuestros prejuicios cuando nuestro modelo lo hace. Somos así de maleables. Pero el carácter es precisamente tener unas referencias concretas que dirigen nuestro comportamiento y que solo los acontecimientos de gran relevancia pueden modificar. Nosotros debemos con ecuanimidad, saber y aprender a adaptarnos a cualquiera que sea la situación, sin que eso suponga un trastorno de tal envergadura que no nos deje evolucionar. Por tanto estancarse, culpabilizar a otros de nuestros males por muy responsables que sean, alimentar el odio basándonos en la experiencia mal encajada, hacer que esa experiencia nos sirva de arma arrojadiza, solo va a aumentar el ostracismo, el apartamiento, la frustración, la infelicidad, y alimentará las taras, los miedos, las barreras sociales y de comunicación.

En conclusión:

Aceptar las cosas tal como son, no implica conformidad y por tanto podemos variarlas. Aceptarnos tal y como somos, con nuestros límites y nuestras particularidades, aprender de las experiencias extrayendo lo positivo y desechando lo negativo, la no beligerancia por defecto, la tolerancia, etc, harán que los demás nos ofrezcan reciprocidad y nos saquen de esa soledad en la que frecuentemente nos escondemos.

Esta filosofía de vida es válida, práctica y aporta muchas cosas importantes. Funciona, eso es seguro y además puedes llegar a cierto grado de felicidad y seguridad muy agradable.

APRENDE A APRENDER.