Parece que en estos tiempos, lo habitual es pasar dificultades y además recibir llamadas para recordártelo. Lo increíble del tema es que a pesar de todo, sólo oigo a mi alrededor gente que compra esto, lo otro y lo de más allá. Me pregunto si al final y a pesar de la bonanza macroeconómica tendré que emigrar para poder avanzar. Supongo que no, pero nunca lo descarto. De hecho, ya lo he hecho. Claro que nadie me preguntó, pero fue la mejor decisión, aunque quizás, no hubiese acabado en Canarias.
Esta tierra colmada de oportunidades hace tres décadas hoy se torna triste, pequeña, obtusa, desoladora e incómoda. Aún así le debo lo que soy y lo que tengo, que probablemente en mi tierra sería mucho menos. Pero por otro lado, si quiero ahora salir corriendo, ¿a dónde voy?, por que como no sea al mar. Esto es tan pequeño que ni se me ocurre pensar en hacer 300 kilómetros por que esa distancia está en mar abierto.
En el continente, (el que sea), puedes hacer eso, pero mudarme a la península es algo que ni se ocurre. No me gusta nada, a no ser algunos sitios muy concretos de lo poco que conozco. Pero lo que de verdad no me gusta son los españoles. Son gente fría, sectaria, hipócrita y poco humanos.
En todas partes cuecen abas, pero esto es lo que conozco y como se dice coloquialmente ¡no mola!.
El futuro que le auguro a mis hijos no es halagüeño y por eso creo que habrá que recurrir a otras zonas del planeta, si es que queda alguna para entonces. ¡Que mierda les estamos dejando, coño!