Hoy he tenido que asistir como testigo a un juicio. Se trata de una demanda que una empresa para la que trabajé hace algunos años, ha interpuesto a uno de sus clientes. Es la primera vez que asisto a un juicio en toda mi vida y todo aquello para mi resulta desconocido. Bueno, el juicio empieza con cierto retraso pero se va desarrollando, y de pronto me llaman a declarar. Me interroga el Juez y después los abogados de cada parte. Lo que les quiero contar es que cuando la abogada de demandado me interroga, me dice que si su cliente pagaba en efectivo y ahí para de preguntar. Verán, lo que ella insinuaba con su pregunta es que, seguramente yo, cuando me pagaban en efectivo, me lo quedaba y por eso a mi ex-jefe no le constan esas entradas. Gracias a que soy RESPONSABLE, HONRADO e INTELIGENTE, eso no es lo que sucedió. La realidad es que este señor por llamarlo de algún modo correcto, debe esas facturas. Las debe por que siempre ha sido muy descuidado e irresponsable con lo que a este tema concierne, y además su actitud siempre ha sido de despreocupación. A saber, está en posesión del demandante, documentación que avala la demanda, pagarés y facturas pendientes. Pero, piénsenlo; que estúpido hay que ser para hacer lo que la abogada insinúa que yo pude hacer. Quince años de reputación como persona válida, seria, responsable y educada me avalan, por no hablar de la experiencia en el trato con el cliente.
Por eso, hay que ser serio, riguroso y ordenado en el trabajo. Por descontado, honrado y responsable. Las viejas relaciones, sean de la índole que sean, siempre pueden venir a darte una bofetada de realidad cuando menos te lo esperas y si no se está preparado las consecuencias pueden ser negativas.